La Piedra

Soy muy de frases, mucho, a veces demasiado
Me parece que esconden mucha sabiduría popular
Esa que no viene en los libros, esa que viene de la vida
Frases como “El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”
Esas que hablan de nuestra capacidad innata de repetir nuestros desaciertos
Esas que me llevan a preguntarme, si alguna vez aprendemos de ellos
O si lo hacemos cuando nos lleva de la mano la desazón del tropiezo
O si no lo hacemos porque en el fondo nos gusta tropezar
Puede parecer raro pensar que nos gusta equivocarnos una y otra vez, pero pasa
No sé si es consciente o inconsciente, pero pasa
Sucede que aún viendo la piedra, seguimos en línea recta hacía ella
Y luego entonamos el lamento, por qué nadie la ha quitado de nuestro camino
Sucede aún cuando pasa el tiempo y las situaciones se repiten
Ocurre cuando el tiempo pasa, pero nuestro yo  invisible, ese que nos mueve, no se mueve
Cuando se queda abrazando a la piedra, en lugar de darle un puntapié
Entonces es cuando vemos que no hemos aprendido
Que sólo hemos ganado en canas, arrugas o momentos efímeros de felicidad y tristeza
Cuantas “heridas” tenemos que hacernos en la piedra para aprender
Esa medida de la resistencia a avanzar, a mejorar, es personal e intransferible.
El primer paso, para no repetir un mal paso, es darse cuenta  de lo que impide avanzar
Sea una piedra en la mitad del camino, un comportamiento inadecuado
El miedo a los cambios en nuestro “cómodo” discurrir diario
O al dolor de las viejas heridas al adentrarse en una aventura conocida
Quitar de la mochila, piedras viejas y convertirlas en guijarros,
En guías para adentrarnos en nuevos caminos por explorar
Para marcar un camino en lo desconocido, para que no nos lastren
Para que nos ayuden, para que no nos limiten y nos hagan avanzar.